jueves, 10 de diciembre de 2009

Eterna condena




Esta es la historia de un triste payaso, un payaso que vivía una condena que le acompañaría hasta el fín de sus días.
Olvidó su nombre, ¿de qué servía?, no conocia a nadie que se interesara por él,olvidó su procedencia, ¿para qué recordar el lugar de donde habia salido?, su pasado era olvido, su presente un tormento y su futuro incierto.
Sólo había dos realidades en su vida: la muerte y la tortura a la que estaba encadenado.
Sufría cada día de su vida, pues debía ser falso con el mundo y consigo mismo, sufría cada vez que a un espejo se acercaba, esos malditos traidores, como él los llamaba quienes le recordaban la horrible visión de su tormento cada vez que con uno se encontraba.
Y es que, la condena a la que estaba sometido era a vivir sonriendo, haciendo felices a niños y mayores...eso le gustaba.
Lo que no soportaba era, el vivir toda su vida con una sonrisa forzada en su cara, "sonreir sin sonrisa" era como él calificaba su existencia.
Una sonrisa vacía que carecía de sentimiento, una alegre sonrisa que le sumía a él en la más profunda tristeza.
Si tan sólo pudiera borrarla de su rostro, aunque sólo fueran unos momentos...pero no podía, era payaso, era su naturaleza, y no podía cambiarla.
¿De qué servía sonreir si no sientes tu propia sonrisa?
¿De qué sirve estar alegre por fuera si por dentro eres un hervidero de lamentos?
Nada tenía sentido, por las mañanas en su actuación, muchos niños lo miraban atónitos, pero cuando todo acababa, cuando apagaban las últimas bombillas de la carpa del circo, él se sentaba ahí en medio, en ese suelo recubierto de arena, con la única compañía de sus pensamientos y alguna rata que correteaba por allí.
Miró sus manos, guantes blancos las cubrían, pero bajo estos, estaba la realidad, unas manos humildes, cansadas.
Todo era falso en su existencia, ¡hasta eso!
Es entonces cuando, sin poder evitarlo, unos lagrimones escapan de sus ojos.
Lágrimas tristes para un triste payaso, era quizás lo único real en su mundo.
Lágrimas que se mezclaban con la pintura que adornaba su cara haciendo oscuros borrones por todas partes, pero ¿a quién le importaba?
Y ahí, sentado con la soledad, frente a un público inexistente, agachó la cabeza y dejó que su llanto bailara con la oscuridad que le rodeaba.
Esa sería tal vez, su actuación más pura.
Lo único que permanecia intacto era la enorme y falsa sonrisa roja...
...condenado a una sonrisa artificial.
Una sonrisa que se acabó convirtiendo en su eterna condena

5 comentarios:

  1. me a gustado!!
    el payaso estaba condenado siempre
    a poner cara bonita,y ralmente por dentro
    no era feliz..asta k llego el dia k revento y realmente expreso lo k sentia..
    me enkantan tus historias!!
    kiero mas!..
    bss!
    1dia!!
    tk!!

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  3. Esa es su peor condena, fingir algo q no siente...pero mas de una vez cualquiera de nosotros se ha sentido igual, o me ekivoco mi niña??
    Todos pasamos por algo asi en algun momento de nuestras vidas, pero hay q saber romper con esas cadenas y mostrarnos tal cual somos y dejar de fingir por no dañar... Un Besazo peke!!

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  4. Hay una llanto que es legítimo si eso pasa en soledad. Hay una sonrisa que es falsa si eso pasa en público. Llorar en público es falsedad, sonrier en privado es alegría.
    ¿Se puede estar condenado si se es uno mismo en soledad?... No lo sé..

    sólo es un duda, sólo es una duda

    druida (dudando hasta de su nombre).

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  5. Esto te va viento en popa, Suspi! Te está quedando superchulo!

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